Delph y la natura
Parece que fue ayer cuando le hice estos retratos a mi muy querida amiga Delph. Siempre me pasa lo mismo con el tiempo, no soy consciente de lo rápido que pasa la vida hasta que no me pongo a ver fotos del pasado. Creo que por eso tengo esta obsesión por retratar a las personas y los momentos importantes de mi vida. A veces confío poco de mi memoria y tengo miedo de olvidarme de los detalles, de las miradas… Estas fotografías fueron tomadas en el verano del 2018.
Tanto Delphine como yo estábamos cada una en su isla (ella en Ibiza y yo en Mallorca). Ambas estábamos pasando por momentos muy difíciles, así que no lo dudé dos veces, me cogí el ferry de Balearia y me planté en tres horas allí con ella. Cuando atraqué en Ibiza allí estaba ella esperándome tan alegre y hermosa como siempre. Me abrazó, me montón en su coche y a partir de ese momento fue como si el tiempo se parara. Viajamos en su “Bola de Fuego” (así es como ella llama a su antiguo coche rojo) que bien podría parecer un cuatro latas pero que, cuando la ves a ella dentro, parece el coche más chick que hayas visto en tu vida.
Durante esos días, comimos, bebimos, lloramos, charlamos durante horas interminables y nos recorrimos media Ibiza sofocadas de calor, pero felices. Estas fotografías se les hice a Delph en la cala de “Aguas Blancas”. Era al atardecer. Nos habíamos puesto finas a tinto de verano con limón carísimo del chiringuito pero “¡qué más da, este momento es único!”. Y de repente la miré. La volví a mirar y ahí estaba ella con su pelo al viento y alborotado. Tan salvaje, tan hermosa, tan Delph… Y tuve esta visión. ¡Inciso, perdón!.
No os he contado que Delphine es una joyera extraordinaria y que tiene un talento exquisito para la creación y el trabajo con las piedras preciosas (entre otros de sus muchos talentos). Esto me parece importante, porque de repente la vi envuelta de esas majestuosas paredes de rocas en las que parecía fundirse en ellas. No os desvelo más. Os dejo que la descubráis vosotr@s mism@s.
Gracias, Delph.